Alice Guy, la primera directora de la historia del cine

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Los hermanos Lumière, fueron sus amigos e inspiradores, y tras asistir a una proyección privada, esta brillante fotógrafa, decidió que quería hacer cine. Estamos hablando de Alice Guy, la primera directora, realizadora y productora de cine de la historia. A ella debemos la invención del cine narrativo. Descubrió, que además de proyectar imágenes, también se pueden contar historias. Su película, El Hada de las Coles, está considerada la primera película narrativa de la historia.

Fue la primera persona en utilizar efectos especiales, técnicas de retoque de imágenes o la cámara lenta/rápida, la marcha atrás, experimentar con el color o en realizar una película íntegramente con actores negros, y aunque fue la directora de unos1000 títulos, que abarcan todos los géneros, su nombre ha sido completamente borrado de la historia del cine. Afortunadamente,  la figura de Alice Guy se está reivindicando desde los EEUU y desde la tierra que la vio nacer, Francia.

Como mujer en un mundo de hombres, esta mujer que se adelantó a su época, no obtuvo el reconocimiento que se merecía y su nombre se olvidó con el paso del tiempo, llegando a atribuirse muchas de sus obras a autores desconocidos o a su propio marido. Toda una injusticia que, desgraciadamente es bastante común en un sistema patriarcal como el nuestro, en el que escritoras, filósofas, artistas, científicas o inventoras, apenas son citadas en los libros de historia, tratando de esconder sus grandes logros por el simple hecho de ser mujeres.

A día de hoy, el panorama no ha cambiado mucho, y muchas mujeres siguen sin tener el reconocimiento que merecen sus grandes hazañas, ¿sabías que la inventora del Wifi se llama Hedy Lamarr y era una actriz de cine para adultos? Por eso, me gustaría animar a todas las grandes apasionadas del cine, del arte o la literatura, de la ciencia o de la tecnología, a las inventoras, a que se empoderen y se tomen la libertad de crear y que demuestren a este mundo falocéntrico, que las mujeres, tenemos mucho que decir, que destruir y que construir.

Si como Alice Guy, sientes ese deseo irrefrenable de dirigir tus propias películas, pero sientes que no tendrás tu espacio en una profesión de hombres, no te cortes, desde aquí te animo a que lo hagas. Agarra una cámara y comienza a rodar, será el primer día del resto de tu vida. Si no la tienes todavía, puedes hacerte con una buena y a un precio muy razonable en la tienda online de electrónica Chamen, especializada en todo tipo de material de vídeo/audio, cámaras fotográficas, videocámaras, tablets, drones, y accesorios de todo tipo, de las principales marcas y bastante económicos. Echa un vistazo a su zona outlet de foto/vídeo, seguro que encuentras algo que se adapte a tus necesidades.

Alice, su historia

Todo empezó tras ver una proyección privada de los hermanos Lumière a la que Alice, como amiga y compañera de profesión, había sido invitada. En aquel momento, esta joven francesa, supo que quería hacer cine, por eso, convenció a su jefe por aquel entonces, Leon Gaumont, propietario de una empresa fotográfica, para dar el salto a la imagen en movimiento. Pero además, Alice proponía una pequeña variante: estas imágenes en movimiento podrían ir acompañadas de una historia, y así realiza la primera película de cine de la historia, El Hada de las Coles. Había nacido el cine narrativo.

Su invento tuvo un éxito rotundo y Alice, pasó de secretaria a productora de la compañía de Gaumont, y tras producir innumerables films, hasta dos cortos semanales, fue nombrada supervisora de todos los directores.

Como era habitual en la época, Alice se casó y tras el nacimiento de su primera hija, Simone, abandona el cine para dedicarse a las tareas del hogar, hasta que un año después, aburrida, funda su propia productora “Solax Company”. Años más tarde, serían tres las compañías cinematográficas que habrían fundado esta asombrosa pionera.

Desgraciadamente, la industria hollywoodiense era feroz, no pudiendo competir con ella, su empresa se hunde, igual que su matrimonio.

Volvió a París, cuando quiso regresar al cine, era demasiado tarde, le había cerrado las puertas.

Murió sin hacer ruido, tenía 95 años.

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