La garantía de una buena impresión de gran formato

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El paso de la pantalla al soporte físico es una de las mayores alegrías para el diseñador gráfico. Como cuando uno ve prosperar a su criatura. Desde el momento en el que un artista de lo visual concibe una de sus obras –aunque sea mero trabajo, él va a sentirlo como una pequeña pieza de “su arte”–, el paso definitivo es el de verlo plasmado en la calle, ya sea en una lona, en una banderola publicitaria o en una marquesina. El orgullo y la sensación de haber llevado nuestro trabajo a buen puerto son máximos. Sin embargo, detrás de ese fin existe todo un trabajo digital (preparación, impresión, optimización e incluso adecuación del espacio, entre otras) y multitud de posibilidades de trabajo. El resultado, a ojos de alguien inexperto –generalmente, todos los que miran esos carteles y vallas–, es prácticamente imperceptible, pero los términos de calidad sí varían según la forma de hacer.

En lo relacionado con los soportes publicitarios de zonas exteriores, por ejemplo, se puede percibir la sensación de que todos son el mismo, aunque sean diferentes. Y en cierto modo, es normal. Todos parecen ser lonas, cortadas por distintos patrones y tamaños, impresas y destinadas a impactar en las retinas de los viandantes, conductores, etc. Sin embargo, el catálogo de variedades es casi inagotable a ojos del experto. Y cada una de ellas lleva su propio procedimiento. Ya sean banderolas gigantes, para eventos (carreras, desfiles, caravanas, etc.) o para campañas concretas (de duración y espacios determinados) o las lonas gigantes que se extienden casi continuamente por edificios en cuyo interior se están llevando a cabo obras de remodelación, todo pasa por un proceso de optimización e  impresión digital que, si bien guarda puntos en común, para nada es idéntico.

Todo este proceso lo tiene que tener en cuenta el diseñador gráfico a la hora de finalizar su trabajo con calidades que permitan ese agrandamiento necesario para la impresión. La técnica es imprescindible para que el rendimiento a la hora de imprimir no dé problemas. De nada serviría, si no, pagar las elevadas cuantías que abonan las marcas por el espacio publicitario en las grandes ciudades. Imagínese que una valla publicitaria en plena Gran Vía de Madrid estuviese con errores de impresión digital o de optimización. Precisamente, estas superficies son elegidas por las marcas para lanzar sus campañas publicitarias e impactar en el mayor número de personas. Volvemos a la Gran Vía para ejemplificar esta tendencia con la campaña que colocará a la foto ganadora de un concurso en la enorme lona desplegada en el número 44 de la calle, en plena Plaza de Callao. Es solo un ejemplo, pero ejemplifica y da constancia de una querencia en la publicidad: ocupar el mayor espacio posible garantiza un elevadísimo número de impactos. Es seguro que esa fotografía que gane el concurso de Loterías y Apuestas del Estado será vista por una cantidad ingente de personas (¿cuántas personas pasarán diariamente por ese punto?). Por eso, la calidad de la impresión en el soporte publicitario ha de ser extremadamente cuidada.

Evidentemente, en estos casos, en realidad en todos –nadie busca la peor calidad para sus trabajos–, la garantía de rendimiento está en acudir a los profesionales del sector que ofrezcan la mayor confianza. La experiencia es un grado, la maquinaría también, pero el conocimiento del sector y de sus posibles puntos negros ofrece la seguridad necesaria para garantizar el éxito. En este sentido, solicitar los servicios de una empresa de impresión digital de gran formato con un bagaje reseñable a sus espaldas puede suponer la diferencia entre realizar el trabajo de una sola vez y con total precaución y tener que repetir la labor varias veces hasta obtener el mejor de los resultados. Evidentemente, no todo recae en sus hombros, ni en sus máquinas tecnológicas; también es imprescindible que el trabajo digital sea óptimo cuando este llegue a la mesa de impresión. Si no, poco podrán hacer allí, por muy profesionales que sean. Las empresas se juegan mucho (en todos los niveles) en este tipo de maniobras, aparentemente banales. La imagen, el prestigio y, en definitiva, la identidad de marca están en cada acción. Conviene mantenerlas al lado de los mejores.

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