Las ciudades no son estáticas, cambian con el tiempo y en cierta parte es bonito de ver cómo a lo largo de los años la estructura cambia para dar lugar a un sitio funcional dónde la ciudadanía puede tener una vida más fácil. El primer elemento que se puede decir que cambió la estructura de las ciudades fue el derribo de las murallas que las situaban como elementos defensivos.
Ciudades como Barcelona cambiaron drásticamente su estructura durante el siglo XIX, no sólo a nivel arquitectónico con edificios que todavía hoy perduran y le dan a la ciudad ese tono clásico pero moderno. Más bien cambió en cómo la ciudad se estructuraba por cuadrículas, dejando la clásica cuadrícula que se puede ver en cientos de fotos.
Con el desarrollo de las ciudades se hace necesario plantearse el lugar de ciertos edificios históricos que están en mal estado. En estos casos se ponen dos soluciones en la mesa, el derribo y construcción de un edificio moderno, o llevar a cabo una restauración integral del mismo. Vamos a ver los elementos a tener en cuenta antes de tomar una decisión.
Qué debes de tener en cuenta a la hora de decidir
Lo primero que debes de saber antes de nada es el valor intrínseco de la vivienda. no es lo mismo tener entre manos un edificio histórico o del patrimonio artístico que un simple edificio viejo. En esto influye mucho la percepción cultural, donde en no pocos casos se confunde lo antiguo con construcción primitiva con lo simplemente viejo y de mala calidad. Hay que tener claro acerca de cómo valorar algo como antiguo y de porte suficiente como para ser preservado a toda.
Una vez que sabemos cuál es el valor intrínseco de la vivienda, es importante valorar el valor económico directo. Si la reparación de algo supone una cantidad de dinero considerable frente a demolerlo y rehacerlo, es claro que se irá por el segundo camino. En la lógica de un promotor la solución más barata suele imponerse, a no ser que pueda rentabilizar en mucho el mayor coste de otra solución.
No es lo mismo tener que reformar el suelo o reforzar un forjado, que tener que llevar a cabo grandes obras en la fachada y en la estructura del edificio por riesgo al derrumbe del mismo. LA decisión más barata se tiene que valorar, pero lo cierto es que todo depende del valor histórico o sentimental que se le tenga al edificio.
Sabiendo a qué tenemos que atenernos en términos económicos, el aspecto técnico debe valorarse. Este consiste determinar si lo que existe, mediante una reparación suficientemente moderada en precio y complejidad puede restituirse a un estado válido para las nuevas necesidades.
Ates de comprar un edificio antiguo es importantísimo encargar un informe a un especialista, normalmente arquitectos, para que valoren el estado del inmueble y del terreno. De esta manera se puede prever cuál va a ser el coste de reformar un edificio. Este punto, como podemos observar, guarda una gran relación con el punto anterior.
Terminando con los elementos a tener en cuenta, es importante hablar del punto de vista social y personal a la hora de renovar o no una vivienda. La rehabilitación es una política de vivienda más eficiente que la de nueva construcción, con mayores beneficios sociales y económicos inmediatos y tangibles, ya que mejora la calidad de vida de la población, arraiga a sus residentes en su entorno, mantiene la ciudad viva, crea actividad económica, preserva el patrimonio y garantiza la pervivencia de los espacios públicos.
La tendencia del mercado tiende a renovar en lugar de derribar, sobre todo por las empresas. Esto es algo que beneficia mucho al conjunto de la sociedad al mantener los edificios, pero también a las empresas que deciden comprar y renovar edificios antiguos por la experiencia que otorga a los clientes.